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ONELIFE #38 – Spanish

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Land Rover’s Onelife magazine showcases stories from around the world that celebrate inner strength and the drive to go Above and Beyond. New perspectives meet old traditions - these contrasts unite in the latest issue of ONELIFE. Together with Landrover we travelled around the globe. From the high-tech city of Shenzhen in China to the carnival subculture in Brazil to Wuppertal. We got to know one of the oldest space travelers, technology visionaries and watch lovers, just as the new Range Rover Evoque. An exciting journey through the world of yesterday, today and tomorrow.

C U M B R E S Q U E A B

C U M B R E S Q U E A B R E N C A M I N O S 74

PIONEROS TEXTO: GEOFF POULTON IMÁGENES: OFICINA DE PROTOCOLO DE SU ALTEZA EL DALAI LAMA, SEBASTIAN GRAU La alpinista y activista pro derechos humanos bangladesí Wasfia Nazreen se siente cómoda desafiando las convenciones. Wasfia Nazreen nunca imaginó que vería salir el sol desde la cima del mundo. Su ascenso al Everest fue un camino sembrado de obstáculos, en el que tuvo que hacer frente al frío extremo, las náuseas y la amenaza permanente de avalanchas mortales. A lo largo de la expedición, los cadáveres congelados de alpinistas caídos en combate le sirvieron de macabro recordatorio de los peligros que la acechaban. Al aproximarse a la cumbre, más de 8.000 metros por encima del nivel del mar, no podía contener las lágrimas. Cuando Nazreen llegó finalmente hasta lo más alto, echó a llorar a pleno pulmón, eternamente agradecida. «Después de la soledad del ascenso, de repente me sentí profundamente unida a todos los seres vivos. Me pasó por delante mi vida entera y me sentí minúscula como un insecto junto a aquellos dioses y diosas del Himalaya». La coronación del Everest en 2012 marcó un antes y un después en la vida de esta bangladesí de 36 años y le dio «una nueva conciencia de lo limitado de nuestro tiempo en la Tierra y una energía renovada para pasar a la acción». Y es que Nazreen no solo sube montañas como un desafío personal, sino que ha convertido esta pasión en su particular forma de transmitir a las mujeres fuerza y esperanza, tanto en su país como más allá de sus fronteras. El Everest era únicamente una etapa de su proyecto «Bangladesh on Seven Summits», su particular homenaje a la tenacidad de las mujeres que tanto sufrieron durante la guerra de independencia de Bangladés. En 2015 llegó hasta la cima de la Pirámide de Carstensz, en Nueva Guinea, y se convirtió así en la primera mujer de su país y en una de las pocas personas en todo el mundo que ha conseguido coronar las siete montañas más altas de los siete continentes. En cada una de las cimas, Nazreen desplegaba con orgullo la bandera bangladesí y, acto seguido, se sacaba un hula hoop plegable y lo hacía girar a golpe de cadera. «De niña me castigaban por hacerlo, o sea que lo hago por mí y por todas las niñas de mi país. Es mi forma de decir “nunca más”». Cada cima conquistada por Nazreen es un homenaje a las mujeres de Bangladés. Arriba, izquierda: entrega al dalái lama de una foto del Tíbet sacada desde la cumbre del Everest. Arriba, derecha: en la cumbre del Denali, en Alaska. Nazreen creció en Chittagong, la segunda ciudad más grande de Bangladés. Después de terminar la educación secundaria en Daca, la capital, recibió una beca para estudiar arte y psicología en una universidad estadounidense. Su tesis, centrada en el uso terapéutico del arte por parte de las mujeres, la llevó por diferentes regiones de India, entre ellas Dharamsala, sede del gobierno tibetano en el exilio. Y fue precisamente allí donde empezó a forjarse su pasión por las montañas y su compromiso con los derechos humanos. Después de trabajar para organizaciones humanitarias, decidió convertir su amor por el alpinismo y el activismo en una profesión y, hoy, trabaja para dar a conocer las violaciones de los derechos humanos y los peligros del cambio climático. A pesar de las muestras de apoyo recibidas de todo el mundo, para una mujer bangladesí el proyecto de las siete cumbres suponía un desafío mayúsculo, y no solo en aspectos como el físico, el mental, el económico o el logístico. «Me he encontrado con discriminación, insultos e incluso amenazas de muerte. Pero solo han servido para dar más fuerza a un movimiento feminista en crecimiento». Perfeccionista incorregible, para Nazreen la planificación de una expedición es un auténtico arte. La logística empieza meses -o años- antes, y el entrenamiento físico es una obligación permanente. «Sin embargo, por más que planifiques bien —asegura— tienes que aceptar que casi cualquier cosa puede fallar». Nazreen procura comenzar cada nuevo día con meditación. «La atención plena es fundamental en el alpinismo, una disciplina que para mí es una fuente de reflexión y de calma». Reconoce que el suyo es un camino que se aleja de lo convencional, especialmente para alguien procedente de una sociedad que considera todas sus elecciones vitales como cosas «anormales» o «tabúes». «Pero es precisamente lo que más satisfacción me da: vivir la vida que yo he elegido». 75